10 Claves para comprender las protestas del 10 de septiembre en Francia

Descubre las 10 claves esenciales para comprender las protestas del 10 de septiembre en Francia bajo la consigna Bloqueemos todo, un movimiento histórico que paralizó el país contra las medidas de austeridad del gobierno Bayrou.

VIDA EN FRANCIA

9/10/202512 min leer

Las protestas del 10 de septiembre de 2025 en Francia, bajo la consigna "Bloqueemos todo", representan una jornada histórica de movilización ciudadana que paralizó el país galo. Esta movilización masiva, organizada principalmente a través de redes sociales, respondía directamente al rechazo de las medidas de austeridad propuestas por el gobierno de François Bayrou, quien acababa de presentar un presupuesto para 2026 que incluía recortes por 43.800 millones de euros, la eliminación de dos días festivos y reducciones significativas en servicios públicos esenciales.

Para quienes viven fuera de Francia, especialmente la comunidad latina residente en territorio francés, comprender las claves de estas protestas resulta fundamental para entender la complejidad del momento político y social que atraviesa el país. Estas movilizaciones no solo reflejaron el descontento con las políticas económicas, sino que también evidenciaron nuevas formas de organización ciudadana que recuerdan a movimientos previos como los chalecos amarillos, pero con características particulares que las distinguen.

1. El origen: Un presupuesto de austeridad que encendió la indignación

El detonante principal de las protestas del 10 de septiembre fue el proyecto de presupuesto para 2026 presentado por el primer ministro François Bayrou el 15 de julio. Este plan contemplaba un paquete de austeridad sin precedentes de 43.800 millones de euros en recortes, una cifra que inmediatamente generó alarma en amplios sectores de la sociedad francesa.

Entre las medidas más controvertidas se encontraban la eliminación de dos días festivos, lo que representaba una reducción directa del tiempo libre de los trabajadores y un ataque simbólico a las tradiciones francesas. Adicionalmente, el plan incluía un recorte de 5.000 millones de euros en el sistema de salud pública, uno de los pilares del estado de bienestar francés, y el congelamiento de las pensiones, afectando directamente a los jubilados.

Estas medidas fueron percibidas por gran parte de la población como un ataque frontal a los derechos sociales conquistados históricamente. La propuesta de recortar la sanidad pública en un país donde el acceso universal a la salud se considera un derecho fundamental generó particular indignación. El congelamiento de pensiones, en un contexto inflacionario, equivalía a una reducción del poder adquisitivo de los jubilados.

La reacción ciudadana no se hizo esperar. Desde el anuncio del presupuesto, comenzaron a circular mensajes de protesta en redes sociales, y la indignación se fue cristalizando en torno a la idea de organizar una respuesta masiva que pudiera frenar estas políticas de austeridad.

2. "Bloqueemos todo": Un movimiento nacido en las redes sociales

El movimiento "Bloqueemos todo" surgió de manera espontánea en internet, sin una estructura organizativa tradicional ni liderazgos políticos definidos. A diferencia de las movilizaciones sindicales clásicas, este colectivo ciudadano se proclamó independiente de partidos políticos y organizaciones sindicales, aunque posteriormente recibió apoyo de diversos sectores.

La convocatoria inicial apareció en redes sociales con un mensaje claro: "Boicot, desobediencia y solidaridad". El colectivo utilizó plataformas como Telegram, TikTok, Facebook y X para difundir su mensaje y coordinar acciones. En X, la cuenta 'Block Everything!' ganó rápidamente seguidores, mientras que los hashtags #10September2025 y #10September se volvieron tendencia.

La estrategia del movimiento se basó en tres pilares fundamentales: boicot a grandes cadenas de distribución como Carrefour, Amazon y Auchan; desobediencia civil mediante la retirada masiva de dinero de grandes bancos; y ocupación pacífica de lugares simbólicos como prefecturas y ayuntamientos.

Esta forma de organización horizontal, sin liderazgos centralizados, recordaba al movimiento de los chalecos amarillos de 2018, pero con diferencias importantes. Mientras los chalecos amarillos tenían un símbolo unificador (el chaleco fluorescente) y una reivindicación inicial clara (el precio del combustible), el movimiento "Bloqueemos todo" se caracterizó por su diversidad de demandas y la ausencia de símbolos unificadores.

3. Las demandas: Más allá de la oposición al presupuesto

Aunque el rechazo al presupuesto de austeridad fue el catalizador, las demandas del movimiento "Bloqueemos todo" abarcaron un espectro mucho más amplio de reivindicaciones sociales y económicas. En su sitio web, el colectivo presentó una agenda ambiciosa que reflejaba las preocupaciones de diversos sectores sociales.

La reinversión masiva en servicios públicos encabezaba la lista de demandas. Los organizadores exigían no solo detener los recortes propuestos, sino revertir la tendencia de privatización y desfinanciamiento de servicios esenciales como educación, salud y transporte público. Esta demanda resonó especialmente en las zonas rurales y periféricas, donde la reducción de servicios públicos ha sido más pronunciada en los últimos años.

El cese de los recortes de empleo público constituyó otra demanda central. Francia ha experimentado una reducción sistemática del empleo público en diversos sectores, lo que ha generado deterioro en la calidad de los servicios y sobrecarga laboral para los empleados restantes. El movimiento exigía no solo detener estas reducciones, sino crear nuevos empleos públicos en sectores estratégicos.

El mantenimiento de los días festivos, aunque pudiera parecer una demanda menor, tenía un significado profundo. Los días festivos en Francia no son solo días de descanso, sino elementos constitutivos de la identidad nacional y momentos de cohesión social. Su eliminación era vista como un ataque a la cultura francesa y a los derechos de los trabajadores.

Adicionalmente, el movimiento demandaba medidas contra la especulación financiera, mayor justicia fiscal y políticas de redistribution de la riqueza que redujeran las desigualdades sociales que se han agudizado en los últimos años.

4. La estrategia de acción: Bloqueos coordinados y desobediencia civil

La estrategia del movimiento "Bloqueemos todo" se inspiró directamente en las tácticas de los piqueteros argentinos de los años 2000, adaptándolas al contexto francés contemporáneo. La idea central era paralizar la economía mediante bloqueos estratégicos y coordinados que afectaran los puntos neurálgicos del sistema económico.

Los organizadores convocaron a bloquear la circunvalación de París a partir de las 7 de la mañana, con el objetivo de paralizar el tráfico en la capital. Esta acción no era casual: la circunvalación parisina es una arteria vital para el funcionamiento económico no solo de París, sino de toda Francia. Su bloqueo tendría efectos en cadena sobre el transporte de mercancías, el desplazamiento de trabajadores y la actividad económica general.

El plan incluía también el bloqueo de depósitos de combustible, plataformas logísticas de Amazon y rutas de acceso a aeropuertos. Estas acciones buscaban golpear directamente a los sectores más rentables de la economía, enviando un mensaje claro sobre el poder de movilización ciudadana.

La ocupación de espacios públicos formaba parte integral de la estrategia. A diferencia de las manifestaciones tradicionales, que siguen recorridos preestablecidos y tienen una duración limitada, el movimiento propuso instalarse de manera permanente en lugares simbólicos hasta obtener respuestas a sus demandas.

Una característica innovadora fue la propuesta de organizar "banquetes populares" en las carreteras bloqueadas, combinando protesta con actividades festivas. Esta táctica tenía un doble objetivo: crear un ambiente más atractivo para los participantes y dificultar la intervención policial al presentar las acciones como celebraciones populares más que como simples bloqueos.

5. La respuesta institucional: Despliegue policial sin precedentes

Las autoridades francesas tomaron muy en serio las amenazas de bloqueo y desplegaron un dispositivo de seguridad excepcional. El gobierno movilizó aproximadamente 80.000 agentes de policía y gendarmería en todo el territorio nacional, una cifra que demuestra la magnitud de la preocupación oficial ante estas protestas.

En la región parisina, se desplegaron específicamente 6.000 policías y gendarmes, con instrucciones claras de impedir los bloqueos de infraestructuras estratégicas. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, dio la orden explícita de "no tolerar la violencia, la degradación, el bloqueo, la ocupación de las infraestructuras esenciales".

Las prefecturas de Île-de-France activaron sus unidades de crisis para coordinar la respuesta gubernamental. Se prepararon rutas de desvío alternativas en las principales autopistas (A1, A4, A6 y A86) y se suspendieron los cierres nocturnos programados para mantener todas las vías disponibles en caso de emergencia.

La Dirección de Carreteras de Île-de-France (DiRIF) reforzó la vigilancia de toda la red vial regional. Bison Futé, el servicio oficial de información sobre tráfico, recomendó a los automovilistas evitar desplazamientos no esenciales y favorecer el teletrabajo.

Este despliegue masivo de fuerzas de seguridad reflejaba el temor gubernamental a que las protestas del 10 de septiembre desembocaran en un movimiento prolongado similar a los chalecos amarillos, que durante meses mantuvieron en jaque al gobierno de Emmanuel Macron entre 2018 y 2019.

6. El fantasma de los chalecos amarillos

Las protestas del 10 de septiembre inevitablemente evocaron memorias del movimiento de los chalecos amarillos, que entre 2018 y 2019 sacudió el primer mandato de Emmanuel Macron. Sin embargo, existían similitudes y diferencias importantes entre ambos movimientos que vale la pena analizar.

Las similitudes eran evidentes: organización horizontal sin liderazgos centralizados, uso masivo de redes sociales para la coordinación, rechazo a las políticas gubernamentales percibidas como injustas, y estrategias de bloqueo de infraestructuras estratégicas. Ambos movimientos surgieron de sectores sociales que se sentían abandonados por las políticas oficiales y excluidos de los beneficios del crecimiento económico.

La táctica de bloquear rotundas y carreteras, característica de los chalecos amarillos, fue retomada por "Bloqueemos todo", aunque con algunas innovaciones. La idea de organizar "banquetes populares" en las carreteras bloqueadas representaba una evolución de las acciones de los chalecos amarillos, buscando crear un ambiente más festivo y comunitario.

Sin embargo, las diferencias también eran significativas. Los chalecos amarillos tenían un símbolo unificador claro (el chaleco fluorescente de alta visibilidad) y una demanda inicial concreta (la reducción del precio del combustible). "Bloqueemos todo", en cambio, presentaba un programa más amplio y diversificado, pero carecía de símbolos unificadores tan potentes.

El contexto político también era diferente. Los chalecos amarillos surgieron en un momento de relativa estabilidad gubernamental, mientras que "Bloqueemos todo" emergió en medio de una crisis política profunda, con un gobierno debilitado y una sociedad ya movilizada por múltiples conflictos sociales.

7. La polarización política: Recuperación desde los extremos

Uno de los aspectos más complejos del movimiento "Bloqueemos todo" fue su rápida politización y la controversia generada por su recuperación desde diversos sectores del espectro político, especialmente desde los extremos. Aunque el colectivo organizador se declaró oficialmente apolítico, la realidad fue más compleja.

Desde la extrema derecha, varias figuras conocidas por sus posiciones controvertidas retomaron rápidamente el llamamiento. Entre ellas se encontraba la periodista Myriam Palomba, cercana a Florian Philippot y conocida por difundir teorías conspirativas, y el polemista Jean Messiha, exportavoz del partido Reconquête de Éric Zemmour.

La circulación de imágenes generadas por inteligencia artificial con estética que recordaba a los carteles de propaganda de los años 40 generó particular alarma. Una de estas imágenes, firmada por "Phare Patriote", mostraba a un hombre en primer plano con una multitud enfurecida llamando al pueblo a decir "¡BASTA con el crimen organizado!", con un estilo gráfico que evocaba períodos oscuros de la historia europea.

Desde la izquierda, la recepción fue más cautelosa. La desconfianza hacia la plataforma X (anteriormente Twitter) y el temor a la ambigüedad ideológica del movimiento generaron divisiones. Sin embargo, algunas figuras activistas como Rose Lamy (@preparez_vous_pour_la_bagarre) llamaron a superar los reflejos "paternalistas" y a unirse a una movilización popular genuina.

El sociólogo Nicolas Framont, editor jefe de Frustration Magazine, defendió la participación en estas movilizaciones, argumentando que "como en 2018, la extrema derecha quedaría prácticamente excluida de la movilización" una vez que esta se desarrollara en las calles.

8. La posición sindical: Entre el apoyo cauteloso y la acción independiente

Los sindicatos franceses adoptaron posiciones variadas frente al movimiento "Bloqueemos todo", reflejando tanto las oportunidades como los riesgos que representaba esta movilización espontánea para las organizaciones laborales tradicionales.

La CGT (Confederación General del Trabajo), el sindicato más combativo de Francia, mantuvo inicialmente una posición cautelosa. Thomas Vacheron, secretario confederal de la CGT, declaró que "el único lugar relevante para bloquear el país es la empresa, donde se crea la riqueza. Y no puede haber huelga sin un sindicato". Esta posición reflejaba la preocupación sindical por mantener el control sobre las formas de lucha social.

Sin embargo, la CGT no permaneció pasiva. Sophie Binet, secretaria general de la organización, llamó a la movilización de todos los trabajadores conmocionados por los anuncios de Bayrou, aunque sin asociarse directamente al movimiento "Bloqueemos todo".

La CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo), tradicionalmente más moderada, también expresó su apertura a la movilización. Marylise Léon, su secretaria general, declaró en France Inter que "la movilización no está descartada en absoluto", aunque manteniéndose en el marco de la acción sindical tradicional.

El sindicato Solidaires adoptó una posición más radical, llamando directamente a "impulsar las movilizaciones que nos ayudarán a ganar ahora", mostrando mayor sintonía con el espíritu del movimiento ciudadano.

La respuesta sindical más significativa fue la petición intersindical "¡Bayrou, Presupuesto, Basta!", lanzada por cinco organizaciones representativas (CGT, CFDT, FO, CFE-CGC y CFTC), junto con Unsa, FSU y Solidaires. En solo dos días, esta petición reunió más de 200.000 firmas, demostrando el nivel de descontento social.

9. El desarrollo de la jornada: Entre la movilización y la represión

El 10 de septiembre amaneció con Francia en estado de máxima tensión. Desde las primeras horas de la madrugada, se registraron acciones de protesta en diversas ciudades del país, confirmando que el llamamiento había encontrado eco en amplios sectores de la sociedad.

En la región parisina, cientos de jóvenes intentaron bloquear un garaje de autobuses urbanos y varios puntos de la circunvalación de París. Sin embargo, la respuesta policial fue inmediata y contundente. Hacia las 7:30 de la mañana, las autoridades ya habían detenido a 51 personas en París y sus suburbios, desalojando los principales puntos de bloqueo.

En Burdeos, las fuerzas de seguridad desactivaron rápidamente un intento de bloqueo de un garaje de tranvías. Los manifestantes también intentaron bloquear la autopista A10 cerca de Poitiers, pero fueron dispersados por la policía antes de poder consolidar su acción.

A pesar de la fuerte represión policial, se registraron acciones de protesta en múltiples ciudades francesas. Según reportes de prensa, se documentaron manifestaciones en Lyon, Marseille, Toulouse, Nantes y decenas de ciudades menores, aunque la mayoría fueron rápidamente controladas por las fuerzas de seguridad.

La jornada se caracterizó por la tensión constante entre manifestantes que intentaban establecer bloqueos y fuerzas policiales decididas a mantener la normalidad del tráfico y el funcionamiento de servicios esenciales. El balance oficial al final del día fue de más de 50 detenidos en todo el país, sin que se registraran incidentes graves de violencia.

10. Las consecuencias políticas: Crisis gubernamental y recomposición del poder

Las protestas del 10 de septiembre no pueden entenderse sin considerar su contexto político excepcional. El día anterior, el 9 de septiembre, el primer ministro François Bayrou había perdido una moción de confianza en la Asamblea Nacional, convirtiéndose en el primer ministro con el mandato más corto de la Quinta República francesa.

Esta crisis gubernamental añadió una dimensión política crucial a las protestas. Los manifestantes no solo protestaban contra medidas de austeridad específicas, sino contra un sistema político percibido como incapaz de responder a las necesidades sociales. La caída de Bayrou, precisamente por su presupuesto de austeridad, parecía validar las demandas de los manifestantes.

El presidente Emmanuel Macron respondió nombrando como nuevo primer ministro a Sébastien Lecornu, hasta entonces ministro de Defensa y considerado un hombre de confianza. Este nombramiento, realizado el mismo día de las protestas, parecía buscar proyectar estabilidad en medio de la crisis.

Sin embargo, la designación de Lecornu también generó interrogantes. Su perfil técnico y su cercanía al presidente contrastaban con la demanda de cambio expresada en las calles. Los analistas políticos se preguntaban si este nombramiento podría calmar las tensiones sociales o si, por el contrario, alimentaría la percepción de que el gobierno no estaba dispuesto a cambios sustanciales.

Las protestas del 10 de septiembre también prepararon el terreno para la huelga "masiva" convocada por los sindicatos para el 18 de septiembre. Esta secuencia de movilizaciones (primero ciudad   ana, luego sindical) reflejaba la convergencia de descontentos diversos hacia el gobierno y sus políticas económicas.

El impacto de estas protestas trascendió el día específico, estableciendo un nuevo panorama político donde la movilización social emergía como factor determinante en la estabilidad gubernamental. Para la comunidad de inmigrantes latinoamericanos en Francia, estos eventos representaron tanto una oportunidad de participar en la vida democrática francesa como un recordatorio de la importancia de estar informados sobre los movimientos sociales que pueden afectar su vida cotidiana.

La jornada del 10 de septiembre de 2025 quedará registrada como un momento clave en la historia social contemporánea de Francia, demostrando que las redes sociales pueden generar movilizaciones masivas capaces de influir en el curso político nacional, pero también evidenciando los límites y desafíos que enfrentan estos nuevos movimientos ciudadanos en su confrontación con el poder establecido.

Mi humilde opinión: como venezolano que soy, tengo una percepción completamente distinta de lo que son las protestas. A pesar de que en Francia las protestas están altamente organizadas (fecha y hora de inicio y fin) y además son custodiadas/protegidas por los cuerpos de seguridad del estado; también es cierto que, en muchas ocasiones, terminan saliéndose de control y causando disturbios, caos y heridos (o hasta muertos). En mi país están signadas por el caos y por causar molestias más allá de verdaderamente hacer conocer un mensaje. Déjame saber tu opinión al respecto en los comentarios.

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