El tiempo de respuesta

En este articulo abordo el tema de la importancia del tiempo de respuesta, y la falta de paciencia que nos caracteriza en los últimos tiempos. Debemos entender, que las cosas importantes de la vida, toman tiempo.

REFLEXIONESEMPRENDIMIENTO

6/25/20204 min leer

un gato reaccionando con rapidez ante el ataque de una serpiente
un gato reaccionando con rapidez ante el ataque de una serpiente

El concepto del tiempo de respuesta es tan antiguo como la humanidad misma. Siempre nos ha acompañado. Sin embargo, últimamente se nos hace muy fácil olvidarlo.

Dicho en palabras sencillas: todo, absolutamente todo en la vida, toma un tiempo en suceder. Nadie en su sano juicio esperaría que luego de asistir por un par de semanas a una universidad, de repente salga convertido en un doctor, ¿Cierto? Así como alguien que comience a correr, pretenda en 10 días estar listo para competir en un Ironman . Ni el joven que asiste al gimnasio por 3 meses, se convierta mágicamente en Mr. Olympia .

Ya entienden la idea. Estos son ejemplos obvios (por llamarlos de alguna manera), pero resulta que hay un sinfín de situaciones en nuestras vidas, en donde también “debería” resultar obvio este concepto y no obstante, la gente lo pasa por alto.

Me vienen a la mente varias de estas situaciones: el caso del emprendedor que espera que su emprendimiento “la pegue del techo” y sea un éxito tal, que lo convierta en un empresario de talla internacional y en multimillonario, en su primer intento y al cabo de poco tiempo. Esto es la principal causa de frustración (y de abandono) entre los emprendedores. Es algo que pasa muchísimo mas de lo que imaginamos.

Les comparto una experiencia personal que lo ilustra con claridad.

Hacia finales del año 1999, me encontraba comenzando con lo que fue mi primer emprendimiento. Luego de haber trabajado por casi 3 años (mi primer trabajo de hecho) en una de las empresas de construcción de más renombre de mi país, noté que, a pesar de ser una compañía tan grande y con tantos recursos, ellos alquilaban muchos equipos (en vez de comprarlos) y vi allí una tremenda oportunidad.

Decidí entonces, utilizando el dinero de mi liquidación, y con algo de dinero que me prestaron mis padres, iniciar una pequeña compañía que se especializaba principalmente en alquiler de maquinarias y equipos para la construcción.

Tenía a mi favor muchas cosas: conocía medianamente bien el ramo, tenía muy buenos contactos y además había logrado establecer una excelente relación con una empresa del ramo, similar a la mía, aunque muchas veces más grande, la cual me servía de “modelo a seguir”, de guía, e incluso me suministraban equipos a crédito para yo seguir operando.

Así como tenía ciertas cosas a mi favor, también hubo otras que estaban en mi contra (o al menos así lo parecían en su momento).

La principal era que yo estaba completamente solo. Si bien tuve que recurrir a terceros, para solventar temas como la contabilidad, el almacenaje de mis equipos, y el transporte; la empresa era operada totalmente por mí. Y obviamente yo no tenía ni la experiencia, ni la capacidad de poder afrontar todos los desafíos que ello representaba.

Fue un crecimiento y aprendizaje para mí realmente fantástico: sin saber de marketing, incursioné en publicidad en radio, llegando incluso a tener un micro, que salía semanalmente llamado “Hágalo usted mismo” donde llevaba invitados expertos en diversas áreas, y obviamente el espacio estaba patrocinado por mi empresa. También me anuncié en uno de los primero portales web dedicados al ramo (recuerden que para 1999, la internet era muy muy joven, ya que inició en 1994), hacía mis propios volantes (flyers) los cuales repartía como loco, etc. En fin, quería tener el control de todos los aspectos de la compañía.

El inicio de mi emprendimiento coincidió con una de las peores tragedias naturales de la historia de mi país, la tragedia de Vargas, en diciembre de 1999. Ello podía haberse visto como una INMENSA oportunidad, ya que ¿Dónde más que en un estado destruido por la naturaleza, se iban a requerir maquinarias y equipos de construcción? Sin embargo, a pesar de haber conseguido algunos contratos, no logré capitalizar la oportunidad de manera apropiada.

El factor que jugó mayormente en mi contra fue LA IMPACIENCIA, que fue justamente el no entender los tiempos de respuesta.

En menos de un año de operación, decidí que la empresa no estaba generándome suficientes ingresos, ni me proporcionaba la estabilidad que yo requería (¿Puede existir alguna expectativa más descabellada?) así que opté por rematar los activos y cerrarla.

Hoy en día, 20 años después, es imposible no hacer el ejercicio mental de hasta donde hubiera podido llegar, de ser más paciente y más perseverante. Aunque el balance no es del todo negativo: esa primera experiencia me dejó muchos, muchísimos aprendizajes.

Siempre hablo del tema de que vivimos en la “época de la inmediatez”, especialmente en las últimas 2 décadas. Nuestros correos llegan de inmediato al otro lado del mundo, las películas o series que deseamos ver, las tenemos LITERALMENTE a nuestro alcance donde y cuando las deseemos ver. Las fotos se ven al instante de ser tomadas, etc. Entonces nos hemos “malcriado” como sociedad y nos hemos olvidado de que las cosas toman un tiempo.

Hay que siempre recordar, que el sitio en el cual nos encontramos HOY, financieramente, emocionalmente, profesionalmente y a nivel de salud, es producto de decisiones tomadas semanas, meses e incluso años atrás. No por decisiones tomadas AYER.

Tomar la decisión de hacia dónde queremos ir, no nos llevará hasta allá de inmediato, sin embargo nos colocará en la dirección correcta.

Me gustaría conocer sus comentarios al respecto.

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