Inmigrante reloaded 2.0
Si bien ser un inmigrante es difícil, serlo por segunda vez lo es aun más. Aunque no del todo. Tiene sus pros y sus contras. En este artículo, escrito a los 3 días de haber llegado a Francia, hablo brevemente sobre eso.
REFLEXIONES
6/16/20212 min leer


Emigrar es duro, muy duro. De eso no cabe la menor duda. Sin embargo emigrar por segunda vez es aún más fuerte.
He pasado los últimos 5 años fuera de mi país deforma ininterrumpida. Se dice fácil: 60 meses, 1.800 días, 43.200 horas...Y durante esa primera etapa, que transcurrió en la isla de Sint Maarten, he transitado por una plétora de emociones: entusiasmo, ansiedad, alegría, miedo, rabia, depresión, ira, terror, decepción, resignación, alivio, aceptación.
Si vemos a la experiencia de emigrar como un aprendizaje, entonces me acabo de graduar en una dura, penosa y costosisíma carrera de 5 años.
Y lo de costosisíma no se queda circunscrito únicamente a lo monetario, sino costoso en lo emocional, lo intelectual y lo físico también. La isla me dio muchas lecciones, y se aseguró muy bien de que varias de ellas quedaran tatuadas en mi memoria y mi alma.
Dicen que las personas no recuerdan los momentos ni los episodios, sino las emociones vividas. Y de esa harina, tengo un costal. Un costal que hay que depurar quirúrgicamente, con pinza y bisturí. Para cortar y dejar atrás lo que constituye un lastre, un atraso que me impida avanzar. Y por otro lado para seleccionar y atesorar muy bien las lecciones que me han hecho más astuto, más experimentado, más eficiente, más malicioso, menos ingenuo y, ¿Por qué no? Más coño de madre.
En el camino perdí a muchos seres queridos: mis padrinos, una tía, una cuñada, un compadre y hasta mi madre. Sentí el dolor de no poder estar allí para despedirnos.
A veces solo una fría notificación de WhatsApp nos da ese tremendo coñazo y en un mili segundo nuestra vida queda marcada por un antes y un después. Con su respectiva cicatriz en el alma.
Pero me quedo con sus recuerdos, sus enseñanzas, el compromiso de no defraudarlos, y de honrarlos todos los días. Llegué al hito de los famosos "50 años" y con ellos, el inicio del segundo tiempo de este partido.
Perdí también amistades, y muchas otras cosas. Llegué incluso a perder la fe en mi mismo, la capacidad de soñar y el entusiasmo por tantas actividades que siempre me motivaron. Pero hoy, comienza el segundo round de esta gran pelea. Pautada quien sabe a cuantos asaltos, pero definitivamente con la fuerza, el conocimiento y el hambre necesarios para dar mi mejor esfuerzo y recuperar el tiempo perdido. Hoy vengo fortalecido, repotenciado y determinado a avanzar indetenible como un Panzer alemán.
Muchas piezas debieron calzar en su lugar para estar hoy donde estoy (Francia) y créanme que a veces hay que limar esas piezas para que encajen. Es un proceso doloroso pero necesario si queremos armar ese rompecabezas llamado FELICIDAD.
Que comience la fiesta.
Si disfrutaste de este artículo, te agradecería que se lo reenviaras a algún amigo a quien le pueda interesar. Muchas gracias.