La llegada del otoño y cómo nos afecta

Son muchas las lecciones que podemos aprender de la naturaleza. No en vano se dice que “La naturaleza es sabia”. El otoño es un fiel reflejo de ello. Lee este artículo para que aprendas más sobre este tema.

ANALISIS

10/1/202411 min leer

El otoño tiene algo especial. Hay quienes lo ven como una estación mágica, cargada de colores cálidos, atardeceres dorados, y la promesa de días más frescos. Otros, en cambio, lo asocian con una cierta melancolía, una transición inevitable hacia el invierno, cuando las hojas caen al ritmo de una naturaleza que comienza a dormirse. Para mí, el otoño siempre ha sido una mezcla de ambas cosas: belleza y transformación, pero también un recordatorio de lo efímero que es el tiempo.

Si lo piensas bien, el otoño no solo es una estación del año, sino también un estado mental, un reflejo de cómo nos sentimos frente al cambio. Y ese cambio, aunque inevitable, nos afecta de maneras que muchas veces ni siquiera notamos conscientemente. Hoy quiero reflexionar sobre cómo la llegada del otoño impacta nuestras emociones, nuestro cuerpo y hasta nuestras rutinas diarias.

El simbolismo del otoño: un espejo de la vida misma

Antes de entrar en los detalles más tangibles de cómo el otoño nos afecta, quiero detenerme un momento en lo que representa. Siempre me ha parecido fascinante cómo las estaciones del año, y el otoño en particular, están tan llenas de simbolismo. Los árboles que se desprenden de sus hojas no hacen más que recordarnos el ciclo natural de la vida: nacer, crecer, cambiar, y finalmente, dejar ir.

El otoño es esa estación en la que la naturaleza parece “replantearse”, en la que deja atrás lo viejo para dar paso a lo nuevo, aunque antes de eso venga una temporada de reposo. Es como si el universo nos invitara a hacer lo mismo en nuestras vidas. ¿Cuántas veces nos aferramos a cosas, personas o hábitos que ya no nos sirven, simplemente por miedo al cambio? Y sin embargo, el otoño nos enseña que soltar es parte del proceso de renovación. Tal vez no lo veamos de inmediato, pero cada hoja que cae prepara el terreno para algo nuevo que está por venir.

La relación entre el otoño y nuestras emociones

Ahora bien, si hay algo que he notado, no solo en mí, sino también en mi entorno, es que el otoño tiene una capacidad única para influir en nuestras emociones. Aunque lo asociemos con la nostalgia (y en algunos casos, hasta con la depresión estacional), también nos ofrece una oportunidad para la introspección.

Lo primero que solemos notar es la luz. Los días comienzan a acortarse, y esa falta de luz solar no solo afecta nuestro estado de ánimo, sino también nuestros niveles de energía. No sé si les ha pasado, pero yo, que suelo ser bastante activo, he notado cómo mis ganas de entrenar, por ejemplo, disminuyen conforme el otoño avanza. Es como si mi cuerpo me pidiera descanso, como si quisiera imitar a la naturaleza misma que comienza a prepararse para el invierno.

Y esto tiene una explicación científica. La reducción de la luz solar afecta directamente nuestros niveles de serotonina, ese neurotransmisor que regula nuestro humor. Menos luz, menos serotonina, lo que en muchos casos puede llevarnos a sentirnos más apagados o melancólicos. A esto se suma que también afecta la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, por lo que no es raro sentirnos más somnolientos o cansados durante el día.

Pero no todo es negativo. Lo que me parece increíble del otoño es que, a pesar de esa tendencia a ralentizarnos, también nos invita a la reflexión, a la calma. Es como si nos dijera: “Está bien detenerte un momento, observar a tu alrededor y reconsiderar tus prioridades”. Esa misma introspección que puede generar tristeza, también nos puede llevar a una especie de claridad mental que pocas veces logramos en otras estaciones del año.

Los hábitos que cambian con el otoño

Como en muchos aspectos de la vida, el cambio de estación trae consigo cambios en nuestros hábitos. Y el otoño no es la excepción. Para quienes viven en climas más fríos, por ejemplo, la transición es mucho más palpable. Se empiezan a sacar las chaquetas del armario, el café caliente sustituye al frío, y la actividad al aire libre comienza a disminuir.

Uno de los hábitos que más noto en mí y en quienes me rodean es el cambio en la alimentación. Durante el verano, tendemos a optar por comidas más ligeras, frescas, llenas de frutas y ensaladas. Pero en otoño, algo cambia. No sé si es por la temperatura o por ese deseo subconsciente de confort, pero es la época en la que comenzamos a buscar comidas más calóricas, más “calentitas”. Los guisos, las sopas, los postres horneados… todos esos alimentos que nos hacen sentir como en casa, cobran un protagonismo especial en esta temporada.

Y no es casualidad. Nuestro cuerpo, al igual que la naturaleza, también está preparándose para el invierno. Necesita más energía para mantenerse caliente, y eso se traduce en un mayor antojo de alimentos ricos en calorías. Aquí es donde hay que tener cuidado, porque, aunque es natural que nuestros hábitos alimenticios cambien con la estación, también es fácil caer en excesos que luego nos pasen factura.

Otro hábito que tiende a cambiar es nuestra rutina de ejercicio. Como mencioné antes, la disminución de la luz solar y el frío pueden hacernos sentir menos motivados para entrenar. Lo que antes era una salida matutina a correr, ahora se convierte en una lucha interna entre quedarnos en la cama o ponernos los tenis. Pero aquí es donde entra en juego la disciplina (y los que me han seguido en mis otros escritos saben lo que opino al respecto). No podemos permitir que la llegada del otoño sea una excusa para dejar de movernos. Al contrario, es una oportunidad para reinventar nuestras rutinas, tal vez con entrenamientos en casa o actividades que podamos disfrutar en interiores.

El impacto psicológico del otoño

Algo que no puedo dejar de mencionar es el impacto psicológico que tiene el otoño, especialmente en aquellos que son más sensibles a los cambios de estación. Existe una condición conocida como Trastorno Afectivo Estacional (TAE), que afecta a muchas personas en todo el mundo, particularmente durante el otoño y el invierno.

El TAE es una forma de depresión que está directamente relacionada con la falta de luz solar y los cambios en el ritmo circadiano del cuerpo. Quienes lo padecen suelen experimentar síntomas como fatiga extrema, falta de motivación, tristeza y una tendencia a aislarse socialmente. Lo curioso es que muchas veces no somos conscientes de que estos cambios en nuestro estado de ánimo están vinculados con la estación. Simplemente asumimos que estamos teniendo “un mal día” o que el estrés nos está afectando más de lo normal.

Aquí es donde se vuelve crucial prestar atención a nuestro cuerpo y nuestras emociones. Si notas que tu estado de ánimo cambia drásticamente con la llegada del otoño, puede que estés más afectado por el cambio estacional de lo que crees. Y no está de más buscar ayuda si es necesario. A veces, algo tan simple como aumentar nuestra exposición a la luz natural o practicar actividades que nos generen bienestar, puede hacer una gran diferencia.

La belleza oculta del otoño: una oportunidad para el crecimiento

A pesar de los desafíos que el otoño puede traer, siempre he creído que también nos ofrece una oportunidad única para el crecimiento personal. Hay algo en el aire frío, en los colores cálidos de las hojas, en el crujir bajo nuestros pies, que invita a la introspección, a la calma.

Para muchos, el otoño puede parecer una estación de finales: el fin del verano, el fin de los días largos y soleados. Pero si lo piensas bien, es también una estación de comienzos. La naturaleza se repliega, sí, pero lo hace para prepararse para lo que vendrá después. Y creo que nosotros, como seres humanos, podemos hacer lo mismo.

En mi caso, el otoño siempre ha sido un buen momento para replantearme mis metas, para hacer un balance de lo que he logrado hasta ahora y lo que aún me falta por hacer. No en vano, muchos de los proyectos que he comenzado a lo largo de mi vida, han surgido en otoño. Tal vez es esa sensación de que el año está llegando a su fin, lo que me impulsa a querer aprovechar al máximo el tiempo que queda antes de que termine.

Y es que, si algo he aprendido con los años, es que el tiempo no se detiene. Las estaciones cambian, las hojas caen, y la vida sigue su curso. El otoño, con su mezcla de belleza y melancolía, nos recuerda eso. Nos recuerda que todo es transitorio, que nada dura para siempre. Pero también nos enseña que, en medio de esos cambios, siempre hay espacio para el crecimiento, para la renovación.

Cómo aprovechar el otoño a tu favor

Si hay algo que quiero que se lleven de este artículo, es la idea de que el otoño no tiene por qué ser una estación de tristeza o letargo. Al contrario, puede ser una oportunidad increíble para hacer ajustes en tu vida, para replantearte tus prioridades y para establecer nuevos hábitos que te preparen para lo que venga después.

Aquí te dejo algunos consejos que, a lo largo de los años, me han servido para aprovechar al máximo esta estación:

1. Aprovecha la luz natural

A medida que los días se acortan en otoño, es importante que aproveches al máximo la luz natural. Aunque no siempre tengamos días soleados, la exposición a la luz natural, incluso en días nublados, es crucial para mantener nuestros niveles de vitamina D y regular el ritmo circadiano. Si trabajas en casa o pasas muchas horas en interiores, intenta posicionar tu escritorio cerca de una ventana o toma pequeños descansos para salir a caminar, aunque sea por unos minutos. Estos momentos al aire libre, además de mejorar tu estado de ánimo, ayudan a combatir la fatiga y a mantener una mayor concentración durante el día.

La falta de luz natural está relacionada con el Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una forma de depresión que afecta a muchas personas en otoño e invierno. Por eso, es fundamental que tomes medidas proactivas para minimizar su impacto. Además de exponerte al sol siempre que sea posible, considera el uso de lámparas de terapia de luz. Estas lámparas están diseñadas para imitar la luz solar y pueden ser una herramienta eficaz para mantener altos tus niveles de energía y bienestar durante los días más oscuros del otoño.

2. Mantén una rutina de ejercicio

El cambio en el clima y la reducción de las horas de luz solar pueden afectar tu motivación para hacer ejercicio. Es fácil caer en la tentación de quedarte en casa y postergar el entrenamiento. Sin embargo, mantener una rutina de ejercicio regular durante el otoño es fundamental para tu salud física y mental. El ejercicio no solo te ayuda a mantener tu cuerpo activo, sino que también libera endorfinas, las hormonas responsables de hacernos sentir bien, que contrarrestan el bajón emocional que muchas personas experimentan durante esta época del año.

Si el frío o la lluvia te desmotivan a salir al aire libre, busca alternativas en interiores. Inscribirte en clases de yoga, pilates o incluso entrenamientos en casa con pesas o ejercicios funcionales puede ser una excelente forma de mantenerte en movimiento. La clave está en encontrar actividades que disfrutes para que el ejercicio no se sienta como una tarea más, sino como un momento que te revitalice, despeje tu mente y te dé esa energía extra que tanto necesitas en los días más grises.

3. Cuida tu alimentación

El otoño trae consigo una gran variedad de alimentos de temporada que son tanto reconfortantes como nutritivos. Las calabazas, batatas, manzanas y frutos secos son solo algunos ejemplos de ingredientes que pueden añadir valor nutricional a tus comidas. Sin embargo, es común que en esta época busquemos alimentos más calóricos y pesados, debido al clima más fresco y la necesidad de mantenernos más calientes. Aunque es normal tener antojos de comidas reconfortantes, es importante equilibrar esos alimentos con opciones saludables.

Puedes disfrutar de sopas caseras, guisos y platos al horno, pero asegúrate de incluir una buena cantidad de vegetales, proteínas magras y granos integrales en tus comidas. Estos ingredientes no solo te proporcionarán energía, sino que también te ayudarán a mantener un peso saludable y a evitar la sensación de pesadez que a veces acompañan las comidas más ricas en grasas y carbohidratos refinados. La clave está en disfrutar de los sabores otoñales sin caer en excesos que puedan afectarte en el largo plazo.

4. Abraza la introspección

El otoño es una estación que invita naturalmente a la introspección. Al igual que la naturaleza parece detenerse, nosotros también sentimos esa necesidad de reducir el ritmo y reflexionar sobre nuestras vidas. A menudo, el frenético ritmo del verano nos deja poco espacio para la autoevaluación, pero el otoño, con sus días más tranquilos y frescos, nos ofrece una oportunidad perfecta para hacer un balance de nuestras metas, sueños y relaciones personales. Este es el momento ideal para preguntarte si estás en el camino correcto y qué aspectos de tu vida necesitan atención o ajustes.

Dedica tiempo para ti mismo, ya sea escribiendo en un diario, meditando o simplemente reflexionando en silencio. El silencio y la calma del otoño pueden ser sumamente enriquecedores si los aprovechas para reconectar contigo mismo. Este proceso de introspección te ayudará a ganar claridad sobre lo que realmente te importa, lo que te permitirá establecer nuevas prioridades y desarrollar una visión más clara de hacia dónde te diriges. Recuerda que la introspección no es un signo de debilidad, sino una herramienta poderosa para el crecimiento personal.

5. Conéctate con la naturaleza

Aunque el frío y los días más cortos pueden parecer una razón para quedarse en casa, el otoño ofrece una belleza única que vale la pena explorar. Los paisajes llenos de hojas coloridas, el crujir de las ramas bajo tus pies, y el aire fresco pueden ofrecerte una sensación de paz y conexión con la naturaleza que no siempre encontramos en otras estaciones. Salir a caminar o hacer senderismo en otoño puede ser una experiencia revitalizante que te ayude a despejar tu mente y a relajarte profundamente, algo que a menudo pasamos por alto en nuestras agitadas rutinas.

La naturaleza en otoño también puede enseñarnos valiosas lecciones sobre el cambio y la aceptación. Los árboles que dejan caer sus hojas nos recuerdan la importancia de dejar ir lo que ya no nos sirve y prepararnos para nuevas etapas. Tomarte un tiempo para observar la transformación de la naturaleza te puede inspirar a aceptar tus propios ciclos de cambio y ver el proceso de transformación como algo positivo y necesario para tu crecimiento personal. Además, estudios han demostrado que pasar tiempo en la naturaleza tiene efectos positivos en nuestra salud mental, reduciendo el estrés y mejorando el estado de ánimo.

6. No descuides tu hidratación

Al igual que en el invierno, la baja temperatura, la ausencia de calor ambiental, y muchas veces el estar mas sedentarios que de costumbre (por no salir mucho de casa), hace que sintamos mucha menos sed. Lo cual no quiere decir que nuestros requerimientos de agua hayan disminuido. Generalmente estos están principalmente asociados a nuestro peso corporal. Así que, debemos hacer un esfuerzo extra en los meses de otoño, por mantener nuestra ingesta de agua en niveles óptimos, independientemente del calor o de la sensación de sed.

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