La motivación vale mierda

Para muchas personas la motivación es algo super importante. Al punto de que, sin ella, no logran llevar a cabo las tareas importantes que se proponen en la vida. Pero créanme, la motivación vale realmente MIERDA..

REFLEXIONES

2/5/20224 min leer

A propósito de haber culminado recientemente mi primer libro, “Una vida en 5 años” el cual comencé a escribir en Enero de 2019 y terminé a finales de Marzo de 2022, me llevó, entre otras cosas a reflexionar en torno a por qué hubo períodos en que escribía frenéticamente, y sin embargo hubo larguísimos periodos durante los cuales no escribí una sola línea. Siempre pensé que era un tema de motivación. Aquí mis reflexiones al respecto.

La motivación es un arma de doble filo. Siempre pensé que debíamos estar “motivados al 100%” para culminar con éxito cualquier proyecto o tarea. Mierda pura. Patrañas. Basura.

Debemos ver la motivación como la batería de un carro: solo sirve para hacerlo arrancar, pero luego del arranque, si no hay suficiente combustible, el carro no llegará muy lejos. Créanme.

Es super fácil sentirnos motivados al principio de una nueva actividad: no vemos la hora de poder comenzar a trabajar, casi no queremos detenernos ni para comer, mucho menos para dormir. Nos faltan horas en el día para hacer eso que tanto nos “motiva”. Pero… y al cabo de un tiempo (a veces semanas, otras veces meses) ¿Qué hacemos cuando esa chispa desaparece? Es allí cuando entran en juego las dos rectoras; las dos verdaderas “jefes” de toda la operación: CONSISTENCIA y DISCIPLINA.

Sobre estos temas debo haber escrito ya unas cuantas veces, y, sinceramente, lo seguiré haciendo porque me parece super apasionante, interesante y sobre todo, importante.

La motivación puede surgir luego de ver un video, una película, de ir a un concierto, a un evento deportivo, etc. Salimos de ese concierto directo a tomar esa guitarra que teníamos llevando polvo desde hace 7 años. “Ahora si voy a retomar el instrumento” y quizás en efecto lo hagamos…..por un par de semanas.

O terminamos de ver ese video en Youtube sobre maratones, y a la mañana siguiente estamos corriendo un par de kilómetros. Pero a los días, nos da “flojera” o “pereza” tan solo pensar en ponernos los zapatos para salir. “Hace frío”, “Anoche no dormí bien”, ese sofá se ve tan acogedor….la pantalla de 55 pulgadas, Netflix… ¿Por qué salir a joderme los tobillos y las rodillas por 2 horas?¿Y si me caigo? Empieza la maquina de fabricar excusas a hacer su trabajo.

TODOS, absolutamente todos hemos pasado por ahí.

Sin embargo existen dos recursos que nos pueden hacer triunfar donde otros fallan: la constancia y la disciplina. La DISCIPLINA nos permite hacer esas cosas que, a pesar de no tener ganas de hacerlas, sabemos que nos harán mucho bien. Ya sea porque nos traerán beneficios económicos, de salud o de mejoramiento personal, incluso espiritual. Sin embargo, tener disciplina una que otra vez, tampoco sirve de mucho. Es allí donde entra en juego la CONSTANCIA. Pues precisamente es en esto donde radica su poder, en la repetición, la continuidad de esas conductas positivas, beneficiosas.

Digamos que la disciplina es “el libreto” o manual de instrucciones de lo que se debe hacer y la constancia es ese recordatorio que ponemos en el teléfono, para no olvidar hacerlo día tras día, semana a semana, mes a mes.

¿Y CON QUE SE COME ESO?

Pues obviamente, no nos despertamos un día, y con solo desearlo, tenemos la disciplina de Jocko Willink o la constancia de Kobe Bryant. Estas dos poderosas destrezas, al igual que cualquier otra, se van desarrollando, fortaleciendo, con el tiempo y las repeticiones, como si de un músculo se tratara.

Y para lograr esto, lo mejor (al igual que con los músculos) es comenzar con un nivel de exigencia bajo e irlo incrementando paulatinamente. En esto los japonese (una vez más) son un ejemplo a seguir, pues crearon toda una filosofía alrededor del tema de mejorar un poquito cada día, llamada KAIZEN.

Si decidiste comenzar a hacer flexiones, no debes imponerte el absurdo estrés (físico y mental) de hacer 100 cada día. Puedes empezar (por irrisorio que parezca) haciendo 10 y ya. Una vez lograda esta meta sencilla, pasarán 2 cosas super interesantes en tu cerebro: por un lado sentirás la satisfacción de haber alcanzado una meta que te planteaste, y por otro lado, estarás fortaleciendo tu disciplina, pues no es tan complicado hacer 10 flexiones.

Al día siguiente, incrementar las flexiones a 12 (nuevamente parece algo trivial), pero es totalmente alcanzable. Y es así, con pequeñas metas que se van alcanzando, día a día, que vamos desarrollando la disciplina y la constancia. Es muy factible, que siguiendo este método, a la vuelta de mes y medio, ya estemos haciendo 100 flexiones diarias, y de paso, hemos entrenado sin parar durante todo ese tiempo.

Este es sin lugar a dudas un escenario mucho más favorable, a que, si de entrada, nos hubiéramos planteado hacer 100 flexiones diarias: es posible que no lo hubiéramos logrado desde el principio, por supuesto desmotivándonos y abandonando el proyecto.

Así pasa con todo: comenzamos pequeño (manejable) y hacemos incrementos mínimos: sea entrenando, sea leyendo, sea ahorrando, sea escribiendo, estudiando un idioma, un instrumento, o trabajando en nuestro proyecto de vida.

Desde el punto de vista de la escritura (con el cual me puedo identificar fácilmente) me gusta citar a Tim Ferris, exitoso escritor, atleta, inversionista, empresario, entre muchas otras cosas. El dice que los escritores deben obligarse a escribir 10 minutos al día, sientan o no ganas de hacerlo. Algunas veces, el resultado será una completa mierda, digna de ser lanzada a la basura. Pero muchas otras veces, el hecho de poner a andar el mecanismo mental de la escritura, hará que queramos seguir y probablemente saldrá algo bueno de todo eso.

También lo he experimentado de primera mano con respecto a entrenar. Cientos de veces he ido al gimnasio total y absolutamente sin ganas. Prácticamente “auto obligado” a hacerlo. Y al cabo de un par de series, el cuerpo comienza a sentirse realmente bien, y terminamos por tener una excelente sesión de entrenamiento.

Alguien muy sabio dijo una vez:

“No te centres en tus metas. Céntrate en los HABITOS que te llevarán a alcanzar tus metas”.

Nada más cierto. Siempre habrá un enemigo a vencer: la depresión, la flojera, la procrastinación. Eso es inevitable, pero está en nosotros decidir quien gana y quien pierde. Si deseas conocer una herramienta que te puede simplificar un poco la creación de nuevos hábitos, haz clic aquí.

Si disfrutaste de este artículo, te agradecería que se lo reenviaras a algún amigo a quien le pueda interesar. Muchas gracias.