¿Por qué emigramos?
Todos tenemos razones distintas por las cuales emigramos. Tan personales, únicas y validas como nuestra propia huella digital. Acompáñame en esta lectura, mientras hablo un poco acerca de las mías.
REFLEXIONES
2/28/20204 min leer
Desde que el hombre es hombre, la humanidad siempre ha migrado. En un principio éramos nómadas y recolectores: nos desplazábamos de un sitio a otro buscando alimento y cobijo, para nosotros y para los nuestros.
Y las razones no han cambiado mucho en miles de años: pienso que simplemente, como seres humanos, emigramos fundamentalmente cuando ya no conseguimos lo que necesitamos (o lo que queremos) en el sitio en donde estamos. O bien, para huir de una situación dolorosa, incomoda o peligrosa. La emigración es como el miedo: libre.
Cada quién tiene su razón (o razones) muy particular, y es totalmente válida. No somos quien para juzgar. Quizás la razón que tuvo tu amigo para emigrar, a ti te parezca absurda (o hasta ridícula) y también tus razones le podrían parecer pueriles a otros. Emigrar es en cierto modo como enamorarse: a cada quién le llega su momento. En mi caso particular, ese momento surgió a finales del año 2015.
Ante todo, haré un poco de historia, acerca de quién soy y de dónde vengo, para que se haga más fácil establecer el contexto dentro del cual decidí emigrar.
Soy un Venezolano (Caraqueño) a punto de entrar a mis 50 años (y si, quizás toda esta vaina del Blog tenga que ver un poco con la llamada “Midlife crisis” o crisis de la mediana edad). Cosa que me encantaría, porque, si mis 50 representan mi mediana edad, significa que viviré 100 años!!!!
De formación soy ingeniero mecánico. Carrera que ejercí por muy corto tiempo pero que dejó profunda huella en mí: el pensamiento analítico, el establecimiento de algún tipo de “método” o la implementación de un “sistema” para todo. El manejo eficiente de las unidades de medición, etc.
A lo largo de mi vida he tenido muy diversas aficiones (leánse hobbies) muchos de los cuales formaron parte de mi vida por décadas, otros solo por un breve período de tiempo. El culturismo, la música (guitarra, bajo), el submarinismo, la cocina, el tiro defensivo, las artes marciales, etc. son algunos de esos “pasatiempos” con los que en algunas épocas de mi vida hasta me he ganado el pan. La semilla del “emprendimiento” siempre ha estado presente. A pesar de no haber rendido sus frutos de manera satisfactoria.
Desde el año 2000, he comenzado varios proyectos, algunos de muy corta duración, otros más largos, en cierta medida unos más exitosos que otros. Dichos proyectos, a lo largo de estos 20 años, intercalados con trabajos “formales”, han constituido el “tejido” de lo que pudiéramos llamar mi “vida profesional”.
Han sido pocas las ocasiones en que he estado a gusto siendo un empleado. No se me da muy bien eso de tener jefe. Especialmente cuando he sentido que algunos de esos “jefes” no tenían mayor idea del trabajo que se debía realizar, que yo mismo.
Obviamente, también hubo el caso contrario: sitios en donde sentí admiración y respeto hacia mi jefe, pues podía darme cuenta de que sabían muy bien lo que estaban haciendo, y estaban en plena capacidad de orientarme o ayudarme cuando así lo necesité.
Ojo, con esto no quiero decir que no me ha gustado ningún trabajo. Todo lo contrario: he tenido trabajos que realmente me han encantado.
En retrospectiva, me atrevería a decir que esos trabajos que más me han gustado, han sido aquellos en los cuales disfruté de un alto nivel de libertad (sin llegar a ser un freelancer) pero siempre contando con el apoyo de mis superiores y con la tranquilidad de un sueldo.
Se podría decir que el grueso de mi carrera profesional ha estado dedicada en una u otra forma al ramo de las ventas. Un área en la que definitivamente tengo fortalezas (aunque aún más las tengo en el área de atención al cliente).
Una vez dicho esto, y dejando aclarado que JAMAS he sido de esos profesionales que hacen carrera por largos años en una empresa, o en un mismo ramo; queda claro que para el año 2015 me sentía listo para irme del país.
Verán: cuando uno ha intentado emprender varias veces, siempre tiene la esperanza de que “a la próxima será la vencida”. El famoso hombre de negocios e influencer Dan Lok , dice que el fracasó 13 veces antes de triunfar. ¡¡Yo debo estar bastante cerca de ese número!!!
Entonces, en una Venezuela en franca decadencia (por motivos harto conocidos) y sin las ataduras de un empleo, la opción de probar suerte afuera, no solo era tentadora sino necesaria.
Digamos que en mí había un coctel de varios sentimientos: la desesperanza, el sentir que no importaba cuan duro se trabajara no había manera de avanzar, de progresar. Además de una inseguridad que ya rayaba en lo surrealista. Factores todos que se veían potenciados cuando no solo estaba en juego mi futuro, sino el de mi familia también, terminaron haciendo “clic” en mi cerebro y llevándome a tomar la que quizás haya sido la decisión más importante de mi vida.
Y digo importante porque de eso estoy seguro. Más no me atrevo a emitir juicio acerca de si fue “acertada” o “errada” porque está película aún está en desarrollo y es temprano para evaluar. Solo el tiempo lo dirá.
Fue así, como en Agosto de 2016 me fui con mi familia (perros y gatos incluidos) a la paradisíaca isla de Sint Maarten , en lo que se conoce como el “Caribe Holandes” a muy pocos kilómetros de nuestra querida Venezuela.
Desde entonces he pasado mil y una situaciones (algunas buenas, otras definitivamente terribles) que me han llevado entre otras cosas a iniciar este blog y comenzar a escribir un libro donde comparto mis experiencias.
Allí está en 2 platos, mis razones para haberme ido. Me encantaría leer sus comentarios acerca de por qué decidieron irse.
Si te ha gustado este artículo, ¡Compártelo con un amigo que podría encontrarlo útil! Tu apoyo es muy importante para mí. Muchas gracias.

